El problema del plagio y el famoso copy-paste es un dolor de cabeza de los docentes en todos los niveles escolares.
A mayor habilidad informÔtica del docente menor serÔ el grado de plagio de los estudiantes, pero tristemente algunos docentes desconocen como identificar si solo existió copia o hay producción autentica por parte de los estudiantes.
Un docente que se actualiza difĆcilmente es engaƱado por sus estudiantes, sigue nuestro blog, en otro artĆculos te damos herramientas para detectarlos. Te invitamos a que leas esta publicación en The New York Times se publicó el siguiente articulo que vale la pena conocer y retransmitir.
-"" A medida que la eterna tentación estudiantil de copiarse ha ingresado en el campo de la alta tecnologĆa –no sólo para los exĆ”menes, sino tambiĆ©n para cortar y pegar de Internet y compartir las tareas online como si fueran archivos de mĆŗsica–, las universidades han respondido con sus propios esfuerzos para poder reprimir el engaƱo.
La mayor innovación contra la copia estudiantil podrĆa encontrarse en el centro de exĆ”menes de la Universidad de Florida Central.
AllĆ, las 228 computadoras que usan los estudiantes para rendir sus exĆ”menes estĆ”n ocultas en el nicho de los pupitres, para que cualquiera que intente fotografiar la pantalla para ayudar a alguien que rendirĆ” el mismo examen mĆ”s tarde sea localizado de inmediato.
Cuando un supervisor ve algo sospechoso, registra el tiempo real de trabajo del estudiante en la computadora y dirige una cĆ”mara para que haga zoom en la pantalla. Ambos conjuntos de imĆ”genes son grabados como evidencia en un CD. Se permite tener papel para borradores, pero lleva estampada la fecha y debe ser entregado al terminar el examen. Taylor Ellis, el vicedecano que dirige el centro de exĆ”menes de Florida Central –el tercer campus del paĆs en nĆŗmero de inscriptos–, afirmó que la cantidad de estudiantes que se copian ha disminuido de manera significativa y que sólo se han registrado 14 incidentes de esa clase en los 64.000 exĆ”menes durante el semestre de primavera.
Aunque resulta difĆcil evaluar cuĆ”nto se copian los estudiantes, esa costumbre parece muy extendida en las universidades. En encuestas realizadas a 14.000 estudiantes en el curso de los Ćŗltimos 4 aƱos, un promedio del 61% admitió haberse copiado en tareas y exĆ”menes.
Esa cifra disminuyó respecto del 65% que se registraba a principios de la década, pero el investigador que condujo las encuestas, Donald McCabe, profesor de negocios en Rutgers, duda que la actividad haya decrecido. En cambio, sospecha que los estudiantes ya no consideran ciertos actos engaños, por ejemplo, cortar y pegar algunos pÔrrafos sacados de Internet.
Cuando los nuevos ingresantes llenan los formularios para elegir compaƱeros de habitación y cursos, algunas universidades –como Duke y Bowdoin– les exigen que lean online una clase sobre el plagio.
Los servicios antiplagio, que exigen que los estudiantes entreguen trabajos para ser sometidos a investigación y determinar si han sido copiados, estÔn en auge. El 55% de las universidades emplean esa clase de servicios, según datos proporcionados por Campus Computing Survey.
La tecnologĆa antiengaƱo mĆ”s popular, la de turnitin.com, es ahora empleada por alrededor de 9500 universidades. Los estudiantes entregan las tareas escritas, que son comparadas con millones de pĆ”ginas web pertenecientes a otros millones de trabajos antes de ser enviadas a sus profesores. La empresa dice que las instituciones que emplean este servicio experimentan una disminución del volumen de plagios.
Andrew Daines, graduado de Cornell, donde integró la junta directiva del Colegio de Artes y Ciencias dedicada a dirimir casos de engaƱos, contribuyó con algunas pĆ”ginas que Cornell agregó el mes pasado al sitio web de sus estudiantes para enfatizar la integridad acadĆ©mica. Estas pĆ”ginas incluyen un link con una clase voluntaria sobre cómo evitar el plagio. "El tĆ©rmino «trabajo en colaboración» ha sido llevado a ese increĆble extremo en el que significa, debido a la facilidad del e-mail, que una persona se copia de otra que ya ha hecho la tarea", dijo Daines.
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), David E. Pritchard, un profesor de fĆsica, pudo medir con precisión el volumen de copia de los estudiantes, con un software que habĆa desarrollado para permitir que resolvieran problemas de fĆsica online. Algunos respondĆan las preguntas con tanta rapidez que, "al principio creĆ que tenĆamos algunos genios en el MIT", dijo Pritchard. DespuĆ©s se dio cuenta de que estaban copiando las respuestas, en general de los e-mails de amigos que ya habĆan hecho esa tarea.
Hay tambiƩn sitios como Course Hero, destinado a compartir trabajos, en el que estudiantes de mƔs de 3500 instituciones suben textos, apuntes de clase y exƔmenes rendidos.
Algunos educadores han rechazado ese servicio y otras tecnologĆas antiplagio alegando que presumen que los estudiantes son culpables; se socava asĆ la confianza que los profesores desean infundir en su relación con los alumnos.
La Universidad Washington & Lee concluyó que Turnitin era incongruente con el código de honor de la institución, "que parte de la base de la confianza en nuestros estudiantes", dijo Dawn Watkins, vicepresidenta del Departamento de Asuntos Estudiantiles. "Estos servicios insinúan que prevemos que nuestros estudiantes se copiarÔn."
La clase tutorial de la Universidad de Bowdoin se exige antes de la inscripción, dijo Suzanne B. Lovett, profesora de psicologĆa. SegĆŗn Lovett, los estudiantes, cuya edad casi coincide con la de Internet, ven tantos ejemplos de copiado online de textos, mĆŗsica e imĆ”genes, sin mencionar crĆ©ditos, que posiblemente no entiendan bien la idea del plagio.
Uno de sus casos mĆ”s recientes de engaƱo en Florida Central no tuvo nada que ver con Internet, celulares u otro dispositivo tecnológico. Un estudiante profusamente tatuado fue descubierto con notas escritas sobre el brazo. Las habĆa fundido con el arte que cubrĆa su cuerpo.""
Traducción de Mirta Rosenberg
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