Los docentes estamos en contacto mucho tiempo con los estudiantes, expresamos hermosos discursos cuando los tenemos reunidos en el aula o en una reunión, sentimos que esas palabras, esos consejos que damos a diario en las mentes y acciones de nuestros estudiantes, niños, jóvenes o adultos se ven expuestos a estos consejos.
Y pocos nos damos cuenta que estamos enseñándoles mucho más que el discurso cuando:
a) Nos adherimos a un paro de docentes y no explicamos las razones, dejando que nuestras ausencias parezcan antojadizas y sin sentido.
b) Hablamos de otros colegas y nos expresamos con sonrisas amables y cuando se dan la vuelta nos burlamos o hablamos mal, los estudiantes nos están mirando.
c) Expresamos en plena clase el descontento con nuestros jefes, con nuestros salarios y cuando estas personas visitan el salón sonreímos y actuamos con una infinita cordialidad.
d) Usamos la cátedra, el momento de una clase para hablar negativamente del presidente de la república.
e) Contestamos el celular en clase o enviamos textos, pero se lo prohibimos a los estudiantes o sabemos que está prohibido hacerlo y hacemos caso omiso de esa regla.
Con acciones como las descritas ponemos en entre dicho los valores que pregonamos, las reglas que insistimos en respetar, el país que les decimos estamos formando, el respeto a la autoridad al ponernos a hablar de un presidente, porque no estamos enseñando las vías correctas de reclamo, estamos enseñando con acciones a protestar, a hacer berrinches, a incumplir, a transgredir y lo peor ni siquiera lo estamos proponiendo, creemos que el entorno no se entera.
Un docente enseña con el ejemplo no con las palabras.
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