Según Gardner los seres humanos tenemos inteligencias múltiples, más allá del logro de resolver una ecuación, de encontrar la síntesis de un documento con lenguaje excéntrico y un sin fin de cosas que para la mayoría de nosotros resulta complejo resolver, debemos ante todo y por el bien de los que nos rodean ser inteligentes emocionalmente. Hace años una maestra en mis años de universidad decía "Si me he divorciado tres veces, ¿soy inteligente emocionalmente?" Les dejo este articulo que encontré en una revista espero les clarifique como a mí.
La capacidad de vivir y manejar las emociones se aprende desde la infancia. Por ello, la familia es la escuela en la que el niño aprende, para bien o para mal, a desarrollar su inteligencia emocional. Pero, desgraciadamente, los padres no siempre son conscientes de la trascendencia que reviste atender, integrar y conducir las emociones infantiles. Los hijos de familias en que se han cultivado bien las emociones, son más sociables y mejores estudiantes, aunque su “otra” inteligencia, la lógica, no sea brillante. Si bien es cierto que la familia y la escuela son fundamentales en el desarrollo de la inteligencia emocional, nunca es tarde para efectuar correcciones y adquirir nuevas habilidades en este terreno. Nos jugamos mucho en ello y, por muy adultos que seamos, podemos desarrollar un dominio más eficaz de las emociones. No olvidemos que las perturbaciones emocionales afectan a la salud. Gestionar bien las emociones fuertes o negativas, aprender a vivirlas, puede potenciar nuestro sistema inmunológico y cardiovascular. En la vida de pareja se ha comprobado, asimismo, que la estabilidad de la relación y el éxito en la toma de decisiones dependen mucho de la madurez y estabilidad emocional de sus miembros.
¿Soy emocionalmente inteligente?: cómo saberlo Aunque no se puede medir psicométricamente con la exactitud con que se determina el coeficiente intelectual, hay indicadores de inteligencia emocional. Entre paréntesis, encontrará la respuesta que daría una persona emocionalmente inteligente a las siguientes cuestiones.
La capacidad de vivir y manejar las emociones se aprende desde la infancia. Por ello, la familia es la escuela en la que el niño aprende, para bien o para mal, a desarrollar su inteligencia emocional. Pero, desgraciadamente, los padres no siempre son conscientes de la trascendencia que reviste atender, integrar y conducir las emociones infantiles. Los hijos de familias en que se han cultivado bien las emociones, son más sociables y mejores estudiantes, aunque su “otra” inteligencia, la lógica, no sea brillante. Si bien es cierto que la familia y la escuela son fundamentales en el desarrollo de la inteligencia emocional, nunca es tarde para efectuar correcciones y adquirir nuevas habilidades en este terreno. Nos jugamos mucho en ello y, por muy adultos que seamos, podemos desarrollar un dominio más eficaz de las emociones. No olvidemos que las perturbaciones emocionales afectan a la salud. Gestionar bien las emociones fuertes o negativas, aprender a vivirlas, puede potenciar nuestro sistema inmunológico y cardiovascular. En la vida de pareja se ha comprobado, asimismo, que la estabilidad de la relación y el éxito en la toma de decisiones dependen mucho de la madurez y estabilidad emocional de sus miembros.
¿Soy emocionalmente inteligente?: cómo saberlo Aunque no se puede medir psicométricamente con la exactitud con que se determina el coeficiente intelectual, hay indicadores de inteligencia emocional. Entre paréntesis, encontrará la respuesta que daría una persona emocionalmente inteligente a las siguientes cuestiones.
- ¿Sabe usted empatizar, es sensible ante las emociones ajenas? (Sí) ¿Controla adecuadamente sus impulsos? (Sí)
- ¿Cómo tolera las frustraciones? (Bien, con perspectiva e intentando positivizar)
- ¿Expresa controladamente sus sentimientos? (Sí)
- ¿Es capaz de afrontar serenamente los conflictos con otras personas? (Sí)
- ¿Cómo sale de los baches emocionales? ¿Derrotado? ¿Le duran mucho tiempo? (Con tranquilidad, fijándome en lo positivo de la nueva situación. Con fuerzas para empezar de nuevo. El bache se supera poco a poco, sin prisa, pero sin pausa) Cuando se enfada ¿lo hace con quien debe y cuando debe? (Sí, exclusivamente)
- ¿Se prohíbe llorar? (No, a veces lo hago; y no pasa nada)
- ¿Le parece que reírse a carcajadas o contar chistes es frívolo? (No, en absoluto. El humor es maravilloso )
Tomado de: Revista Consumer
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